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CAPÍTULO 0: LAS MADRES DE LA HISTORIA

 

Y acá entra lo bello, lo mágico, lo puro, el amor. Todo eso que ellos no comprenden, y por eso lo subestiman.

Salimos del horror de la dictadura sin hijos, sin nietos, pero salimos con MADRES, y salimos con ABUELAS.

Esta vez era 1977, hacía un año del golpe de Estado en Argentina, de la “intervención militar”. Las madres, cuyos hijos no volvían a casa y nadie sabía dónde estaban, comenzaron a reunirse de a poquito, chiquititas al principio. Las Madres Naturaleza, protegiendo a sus crías de los predadores, mil veces más poderosos que ellas. Pero ellas no sabían, nunca supieron de miedo a la muerte, de conciliarse con un homenaje, una exhumación, una reparación económica. Por eso, por su coraje profundo de madre, de hembra, hablaron con todos, golpearon todas las puertas de oficinas e Iglesias. Los hombres cobardes, agazapados en sus uniformes de militares o de sacerdotes, les negaron todo, las llamaron de locas. Y las quisieron echar de la Plaza de Mayo, su punto de encuentro: “están prohibidas las reuniones. Circulen, circulen”.

Ellas cumplieron la orden, y desde entonces circulan (osea que hacen círculos) alrededor de la pirámide de la Plaza, frente a la casa de gobierno, en silencio. Caminan despacio, con respeto por sus crías, recordándolas, con un pañuelo blanco en la cabeza que en un comienzo no eran pañuelos, sino los pañales de ellos, sus hijos desaparecidos, sus hijos torturados.

Luego, las Abuelas, que son las abuelas del pueblo argentino, que nos parieron a todos. Empezaron a juntarse poco después que las Madres, y desde entonces nunca pararon. Ellas buscan a sus nietos, los que les robaron a sus hijas embarazadas, secuestradas y desaparecidas. Ellos, como nosotros, fueron huérfanos culpa de la dictadura. Les robaron a sus madres luego de ser paridos, les cambiaron los nombres, los entregaron a familias ricas, los vendieron o los abandonaron.

Las Madres y Abuelas de todos, son el útero de nuestro ser argentino, son las responsables de que nosotros hayamos aprendido a no olvidar, a no querer NUNCA MÁS un golpe militar. Y son las responsables de miles de cosas más, que circulan por la sangre, que nos hacen llorar sólo cuando pensamos en ellas, sólo cuando las vemos en una foto. Y eso no se olvida. Los que crecimos mirándolas, admirándolas, aprendimos qué es el amor.

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