CHARCO
Querida Ama Isabel
Por Leopoldo Duarte, en la Revista Fórum, 11 de mayo de 2015.
Traducción al español por Charco
De aquí a dos días nos recordarán que, de un plumazo, una princesa blanca liberó a todos los negros esclavizados del Brasil. Y tengo absoluta certeza de que algunas personas, en pleno 2015, celebrarán ese acto de supuesta extrema generosidad y compasión con memes y frases de efecto en mi timeline. Si vos sos una de esas, por favor seguí leyendo.
Según la historia oficial, somos llevados a creer que después de tres siglos, 358 años para ser más exactos, y un poco de presión económica de Inglaterra, Isabel fue acometida de un lapso de testadurez y humanidad que la llevó a firmar la abolición de los esclavos. Qué tierna, ¿no? Mereció hasta una pluma dorada para tornar el momento más mágico y reluciente. A partir de entonces, cada hombre negro y mujer negra se tornaron libres para disfrutar de tan soñada libertad. Y todos vivieron felices para siempre en una democracia racial. ¡Solo que no tan asi!
Negros y negras jamás esperaron paciente y pacíficamente por su emancipación. Fueron diversas las maneras usadas para escapar de los grilletes blancos: cartas, culto a la ancestralidad, estudio, fuga, suicidio... En fin, no sólo los quilombos ofrecieron resistencia contra las injusticias perpetradas contra negros y negras bajo el aval de la ciencia y el catolicismo de la época. La simple supervivencia en aquellas condiciones sub-humanas debería ser recordado como un acto de resiliencia sin igual.
Con todo, no podemos dejar de tener en mente que la mayor presión para la abolición vino del movimiento abolicionista nacional e internacional, más allá de los intereses económicos de la nueva etapa del capitalismo que surgía. Tanto fue asi que Ama Isabel no se preocupó en asegurar el bienestar de millones de esclavos lanzados a la calle. Todos los años de sudor y sangre en las haciendas no garantizaron a los afrodescendientes ni un techo, pedazo de tierra o cualquier tipo de derecho que los elevase de la precariedad a la cual nuestros antepasados fueron sometidos.
Abolieron las senzalas*, pero no las estructuras legales, políticas y sociales construidas en siglos de colonización racista. Por el contrario, coincidentemente, poco antes de la Ley Áurea fue realizada una reforma agraria que limitó la posesión de tierras a quien pudiese pagar. Antes era, básicamente, solo ocupar y cultivar. Sin tierra ni dinero, otra salida sería la educación, pero hasta hoy la elite rechaza cualquier tipo de reparación. Imaginate cómo habrá sido en el día siguiente, entonces...
El problema de la cultura occidental es que creemos superar todos los preconceptos del pasado con cada paso que avanzamos. Nosotros todavía insistimos en ver a los japoneses, a pesar de toda superioridad tecnológica, como samurais o geishas, y todavía asociamos indios a tocados de plumas y danzas ceremoniales, entre otros posibles ejemplos. Con todo, nos obligamos a creer que siglos de explotación y deshumanización de indios y negros fueron superados con una simple firma. Insistimos en un final feliz y redentor, y en este caso, encima con una “princesa” que trabaja doble jornada como hada madrina.
Cuando se vive con las consecuencias de ese tipo de barbarie, o nos deparamos con innúmeras estadísticas que las comprueban, no da para tragarse simplemente tamaña farsa. Es triste percibir que hay personas que celebran el fin de algo de lo cual deberíamos sentir vergüenza por haber siquiera existido. La verdad, llega a ser repugnante la forma como algunas personas mencionan a Isabel como la oveja de sacrificio que expurgó todos los maleficios cometidos contra los negros. Quedo sinceramente en la duda si se trata de un acto de mala fe o de completa ignorancia histórica cuando me deparo con ese tipo de exaltación. Hasta porque, creer que todo terminó del día a la noche es, como mínimo, mucha inocencia. Basta mirar alrededor para percibir que los trabajadores que más son consumidos y esclavizados por el sistema continúan siendo mayoritariamente negros. La negligencia producida en las senzalas fue perpetuada en las favelas, el sector más tercerizado del mercado de trabajo es negro, los empleos más indeseables continúan siendo ocupados por negros, las vidas más arrebatadas y justificadas son negras, y por ahi sigue...
Tal vez por ser la versión oficial de la historia -en la cual una figura blanca redime a todos los amos y amas tupiniquins- la más apaciguadora es que tanta gente blanca prefiere creer en ella. Sin embargo, a pesar de muchos historiadores haber enblanquecido y singularizado ese importante episodio histórico, basta profundizar la búsqueda para aprender que ni el racismo ni la esclavitud acabaron 127 años atrás. Hincho para que un día nuestros niños negros dejen de aprender a agradecer la libertad exclusivamente a una princesa blanca. Hasta ese momento, sólo nos resta recordar...
*Las senzalas eran grandes alojamientos que se utilizaban como vivienda de los esclavos, en los ingenios y haciendas en el Brasil colonial y en la Monarquía, entre los siglos XVI y XIX.